Desde Westfalia con todo el corazón



                                                         Dios!!



         Increíble!!

Esa preciosidad había hecho que perdiera los sentidos. Si no estuviese sediento, cansado, drogado y jodidamente bien follado estaría ya de patitas en la calle, pero no a ella, esas curvas y ese silencio la hacían especial.

Y su culo... eso también la hacía especial.

Monté un poco de jaleo sirviéndome un Whiskey, era mi intención a ver si la despertaba aunque así como iba me salió prácticamente natural. Abrió un ojo y con una pose mas o menos digna que pude practicar dos veces antes de que la bella durmiente despertara le dije: "es hora de que te pires, muñeca". Simplemente me regocijé pensando en la noche que nos habíamos dado, lo hecho y lo que no, no la deje de mirar hasta que estuvo preparada. Al irse, acercó sus labios a mi mejilla y se despidió con un simple good bye, cuando cerró la puerta una carta me sacó de mi nube, eso no estaba ayer.

Destinatario: Doctor Ascoy

Girando la carta imaginé quien podía ser, y no me equivoqué - Que no sea otro tostón, please - Dejé la carta, era tiempo de luto, agarré una cerveza y empecé a picar la hierba. Era suave, nada de paranoias, así que normalmente tenía por casa: la traían hasta aquí, era barata, buena y me dejaba relajado después de agotadores festejos onanistas. La birra era la mejor, sabor pasable y precio irrisorio. Después de varias horas de luto, metido en mi mundo que era el suyo, lugar de fantasías hechas realidad y el silenció de un "Good bye" pensé en la marca de esa cerveza que, joder! caliente y aun así cojonuda. Beer Steinburg...

¿Beer Steimburg? Mierda! corrí hacia el teléfono, por suerte llegué a tiempo. En unas horas tenía la maleta hecha, el billete, me había dado tiempo a llegar al aeropuerto, comprar la prensa alemana y tomarme un Bloody Mary. Hace unas horas tenía una entrevista con Peer Steinbrück, llegaba veinticuatro horas tarde. No tenía ni idea de como iba a conseguir arreglar la cagada que me había marcado, estos políticos son difíciles de convencer para conseguir una entrevista y ahora iba a ser complicado convencerlo de hacerla. Quizás recurrir a las malas artes sería la mejor opción.

Seguía usando la VISA, no creo que durara mucho más,  la agencia estaba un poco harta de mis comportamientos pero de momento pude alquilar un coche digno de la jet set de los sin techo, las puertas se aguantaban por gracia divina, el motor me insultaba a mi y a todos los viandantes a la vez que la carrocería ensayaba uno de esos Harlem Shake, la pintura volaba libre al pasar los treinta kilómetros por hora dejando una estela fugaz, el cuero de los asientos olía fatal, por suerte el hedor que me chorreaba del sobaco lo tapaba. Aparqué cerca de el ministerio de hacienda, esperé largo rato hasta que el amigo apareció, ya lo tenía fichado, ahora era cuestión de seguirlo hasta que llegara a algún lugar de mala muerte donde asaltarlo y acosarlo sexualmente hasta que se corriera sobre mi blog de notas, con eso sería suficiente para inventarme la entrevista o escribir alguna chuminada que contentara a los inútiles de la agencia. Eran las tres de la mañana, mi objetivo había entrado un local llamado Böswilligkeit, cogí mi cámara, dinero y el tabaco, dejé la documentación...era la hora de la acción.

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